LOS QUINTOS Y LA
MILI
Los “quintos” han sido
una de las tradiciones más arraigadas en España a lo largo de este siglo,
pero sobre todo en los medios rurales donde su estampa es más familiar y más
cercana.
Varios días antes de celebrarse la tala se iban
juntando en pandillas para la víspera de la talla e iban casa por casa pidiendo para comprar una arroba
de vino (16 litros).
Iban por la calle cantando coplillas y cada cual
daba dinero según sus posibilidades y le daban a beber al que había dado dinero un trago de la
garrafa de vino.
El día del sorteo, el alcalde
preguntaba al quinto si tenía algo que alegar a lo que éste podía contestar:
-Nada.
-Hijo de viuda pobre.
-Corto de vista.
-Pies planos.
Tengo un hermano en la mili.
Etc….”.
De esta forma algunos de ellos podían librarse de
hacer la mili…”.
Normalmente la talla y el reconocimiento tenía lugar en el Ayuntamiento que generalmente
estaba lleno por los mozos y familiares.
El sorteo que
tenía lugar al año siguiente no se realizaba en el Ayuntamiento sino en la Caja
de Reclutas de la provincia correspondiente. La suerte se echaba entre África y
la península.
No obstante existía la posibilidad de librarse de
cumplir el servicio militar pagando a otros mozos, que remplazaban al titular.
La figura de este soldado recibía el nombre de “soldado de cuota”.

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